sábado, 16 de enero de 2021

Mi mejor maestro

 

La niña de los notables.

Era quinto curso y a la hora de Historia se presentó ante mí en aquella primera clase un hombre robusto, pelirrojo y con poblado bigote que se atusaba con cierta frecuencia. Imponía su aspecto serio pero todo era una fachada tras la que se escondía un hombre de tremenda sensibilidad y pasión por aquella asignatura de la que hizo profesión años atrás.

Recuerdo que me encantaba oír cómo dramatizaba el desembarco en una tierra desconocida, en lo que más tarde sería América, haciendo bromas sobre el rey español de turno justito de entendederas, pero lo que cada día viene a mi memoria, es lo presente que está en mi vida hoy, aunque muriera hace ya años cuando yo cursaba Bachillerato. Y lo está por algo muy sencillo y tan pocas veces presente en un profesor, fue la primera persona ajena a mi familia que creyó en mí más que yo misma, en su primer examen suspendí y al verme llorar se acercó a mí discretamente y me dijo no llores, esto ha sido un accidente y los accidentes se evitan con más trabajo, así lo hice y empezaron a llegar los notables y cuando llevaba dos o tres me dijo sonriente, toma niña de los notables. Ese apodo me acompañó hasta octavo curso.

El primer día le llamamos Don Garde como tratamiento de respeto como hacíamos con todos los profesores en aquellos años,de uso generalizado en EGB aunque no siempre el destinatario fuera digno o digna del mismo, sin embargo, él , Manuel Garde era el trato de respeto para el Don pues era un maestro con mayúsculas, no de Historia, de Vida.

 


sábado, 5 de septiembre de 2020

Rosa Montero y La buena suerte.

Rosa Montero una escritora más que contrastada y una de mis favoritas, aunque tengo muchas novelas pendientes, ha publicado nueva novela. Se dice en la reseña "Después de cada derrota puede haber un nuevo comienzo. Porque la suerte sólo es buena si decidimos que lo sea". Cuando la Covid apareció en nuestras vidas irrumpiendo por sorpresa lo puso todo del revés, cuando todo parecía oscuro hubo pequeñas luces que hacían cierta la frase de esa reseña, la primera una familia que te levanta de cualquier caída y la segunda Rosa Montero y sus encuentros en el confinamiento.

En esos encuentros daba consejos a locos por la Literatura como yo, que lee todo lo que el tiempo y su maltrecha vista le permite y que sueñan con que en un futuro alguien al leerla sienta al menos la mitad de sensaciones, emociones que yo siento al leer. Se fue generando un ambiente tan especial,una especie de comunidad que cristalizó en la publicación de dos antologías empujados por el entusiasmo de Rosa y varios compañeros de aquéllos encuentros que editaron, diseñaron, corrigieron, contactaron editoriales, etc. Una locura creativa tan bonita que nos hizo no caer en una locura psicológica ante sucesos tan demoledores como los que vivíamos y nos siguen acompañando por desgracia.

Tras esta derrota para muchos, Rosa Montero ha sido nuestra buena suerte y nuestro nuevo comienzo. léanla y descúbranla si no lo han hecho aún.




lunes, 13 de julio de 2020


Paris, ¡oh, Paris!
Aquel viaje iba a ser el de sus bodas de oro. Desgraciadamente papá ya no estaba pero mi madre aún podía conocer Paris, la ciudad con la que había soñado desde su juventud. Y yo lo haría de su mano, teníamos pocos días y el handicap de que mi madre era enemiga de transportes públicos. Dividí el plano en cinco zonas cada uno con un barrio representativo Montmartre, Champs-Élissées, Le Marais, etc. Caminamos de la mañana a la noche, descansando en las horas de las comidas. El idioma por momentos nos complicó la vida como cuando intentando volver al hotel Pax Opera nos enviaban de vuelta al teatro Opera. Recuerdo a mi madre entusiasmada recordando anécdotas cerca del Moulin Rouge, impresionada con la Tour Eiffel apesar de las verjas que la protegían por las obras de mantenimiento de los alrededores, imaginando cómo sería la vida en la casa de Victor Hugo, viendo todo Paris desde Sacré Coeur y tantos y tantos momentos que serán recuerdos para toda la vida. En la travesía por el Sena la alegría de aquellos días dio lugar a la nostalgia, incluso tristeza por lo que hubiera sido aquel viaje del brazo de papá. Cuando llegamos a casa todo parecía irreal, pero no, habíamos estado allí, en ese Paris que parecía inalcanzable.


jueves, 2 de abril de 2020

Hogar, dulce hogar a veces.


Javier y Ruth espectaculares como siempre, historia que engancha y te hace pasar de la compasión al rechazo. Cuando la veáis , sabréis a quién me refiero.

Vanesa, música y esperanza

Vanesa- Un canto a la vida

Vanesa es de esas artistas que me ha enganchado desde que la conocí hace años y que me parece indispensable en mi lista de reproducción.
Lo mismo la puedes escuchar, que leer, su música se vuelve poesía desprendida de la melodía con la que tan brillantemente acompaña sus letras. aquí su último single, para estos días de confinamiento en que tantos están sufriendo.
Mientras unos dividen, emiten discursos de odio y nos roban la energía, ella une, ofrece esperanza y nos da luz para cargar las pilas.

Título: De amores y días perros.


De un certero bocado, le arrebató el pincel. Desnuda ante el pintor estaba la mujer que tantas veces le había inspirado. Después un beso apasionado parecía desencadenar el inicio de un romance tantas veces imaginado por él, de repente un ladrido le hizo abandonar tan dulce ensoñación, la mujer frente a él parecía ajena a los sentimientos del artista, simplemente acertó a preguntar- ¿ se encuentra bien?-.
Él respondió: – será mejor que continuemos mañana-.

sábado, 9 de marzo de 2019

Era mi madre esa que se apagaba por momentos. No era una mujer fácil, quizás porque su vida tampoco lo había sido. La mujer que me enseñó a leer, a sumar filas interminables de cifras, que hacían que te invadieran sudores fríos al llegar al último trecho pensando en perder el hilo de la cuenta de marras. Me enseño a saludar siempre, a dar las gracias, a esforzarme, a pensar sin que nadie dominara esos pensamientos y a nunca bajar los brazos. Hoy seguramente estaría por última vez con ella. Le repetía cuánto la quería para compensar los muchos años que no lo dije aunque fuera de las pocas cosas ciertas de mi vida. Aunque la sedación tal vez le impediría oírlo. Yo no le había reconocido su enorme valía, quizás nadie lo hizo.

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